Las fiestas navideñas que inician el 16 de diciembre con la primera posada y concluyen el 2 de febrero de 2024, Día de la Candelaria, constituyen la temporada en la que más residuos y contaminantes se producen en el país y, con ello, una situación crítica por las consecuencias ambientales y de salud que pueden acarrear, aseveró el subdirector de Campus Sustentables de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, Alfonso de la Vega Rivera.
El especialista en Ciencias de la Sostenibilidad apuntó: en la Ciudad de México, en particular durante esta época de celebraciones, se producen hasta 16 mil toneladas diarias de basura; es decir, 30 por ciento más del promedio que en el resto del año. Aunado a ello, se eleva el consumo de energía eléctrica 30 por ciento debido a la luz que utilizamos en las decoraciones y para la convivencia con mayor número de personas, indicó. Otro aspecto de importancia es el incremento en el desperdicio de comida. Cuando realizamos nuestras reuniones no estimamos cuántos comensales llegarán o si todos llevan platillos; al final sobra y se desperdicia. “Sería bueno calcular bien la cantidad de alimentos a preparar para disminuir el dispendio”, sugirió el experto. Al respecto, cifras de la Red de Bancos de Alimentos de México refieren que durante esta época 40 por ciento termina en la basura por falta de organización. Alfonso de la Vega mencionó que también se debe planear la compra de regalos, pues varios concluyen en el bote de los desperdicios, incluso sin abrirse. La invitación es adquirir artículos elaborados por productores locales y preferirlos por sobre aquellos que solemos adquirir en las grandes empresas distribuidoras que, con frecuencia, carecen de prácticas de producción sustentable y socialmente responsables. También evitar envolturas y adornos excesivos en los obsequios y en la decoración de la casa, optar por las biodegradables de papel, con poco color. Las adquisiciones online impactan de manera considerable el medio ambiente, pues en numerosas ocasiones el traslado de las mercancías implica demasiadas horas de recorrido en transporte, hasta llegar a manos de los consumidores, además del exceso de envoltura. También se eleva el uso de transporte, ya sea para ir a buscar comestibles o productos, acudir a reuniones o salir de vacaciones, esto se muestra en el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación. Para contribuir de manera individual a reducir estos impactos, el experto señaló que es importante disminuir el uso de adornos para “sentir el espíritu navideño”, en los convivios de fin de año utilizar vajilla o utensilios reusables y evitar a toda costa enseres desechables, así como consumir bebidas embotelladas en PET. En los hogares, reutilizar adornos y accesorios navideños de años anteriores, colocar aquellos que utilizan iluminación LED, que son 80 por ciento más eficientes en consumo de energía eléctrica que los focos incandescentes; solo encenderlos cuando estemos en casa, y no toda la noche o durante el día. De la Vega Rivera alertó sobre la necesidad de no utilizar las decoraciones con heno y musgo, pues son especies que habitan de manera natural en los bosques templados. La sobreexplotación de ambos recursos forestales no maderables se ha constituido en un problema con alto impacto ambiental. Se pronunció a favor de colocar árboles naturales, los cuales tienen varias ventajas en comparación con los de plástico, una de ellas es que en México comunidades y ejidos se dedican a cultivarlos durante un periodo de seis a 10 años, tiempo en que tardan en crecer y madurar, al igual que capturan dióxido de carbono del aire. También son fuente de ingresos importante para los productores. Estimó pertinente seleccionar aquellos cultivados localmente, cerca de donde vivamos, porque se comercializan algunos que provienen de otros países cuyo traslado de largas distancias genera contaminación, toda vez que requiere transportes, además de impactar en la economía de los campesinos nacionales. Los de plástico, detalló, aunado a que en su mayoría se fabrican principalmente en China o la India, contienen materiales sintéticos difíciles de reciclar. Por lo regular, cuando ya no los quieren, los depositan en tiraderos o incineran a cielo abierto, y generan gran contaminación ambiental.