La Hemeroteca Nacional de México -administrada por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM- es la encargada de resguardar la memoria de nuestro país a través de sus publicaciones, y se dirige en plenitud hacia la era digital, afirma su coordinador, Dalmacio Rodríguez Hernández.
Un motivo para ello es que a partir de la nueva Ley General de Bibliotecas -de junio de 2021- se estableció que, como parte del depósito legal, los editores del país deben entregar un ejemplar digital a la Hemeroteca. Además, el comportamiento de los usuarios cambió durante la pandemia y hoy demandan más recursos de este tipo.
A partir de ese año “nos estamos preparando para el cambio hacia la recepción del material digital, sin dejar el impreso, significa que vamos a tener un desdoblamiento muy importante en los próximos meses y años. Esto implica también que la Hemeroteca debe encaminar gran parte de sus esfuerzos hacia los servicios digitales”, subraya el maestro en Letras.
Su acervo es cercano a los ocho millones de ejemplares. Son publicaciones que datan de 1722 y llegan hasta 2023. “Son poco más de 300 años de material impreso repartido en 17 colecciones”, señala el experto universitario.
Asimismo, refiere que desde la pandemia por la COVID-19 esta institución recibe aproximadamente 80 mil ejemplares de publicaciones periódicas al año.
Rodríguez Hernández explica que desde finales de 2021 reciben títulos digitales y hoy cuentan con cerca de seis mil ejemplares con estas características. Sin embargo, su acervo en este formato también se compone de materiales que han digitalizado bajo el proyecto Hemeroteca Nacional Digital de México.
En una primera etapa -de 2002 a 2012- se procesaron cerca de 14 mil rollos de microfilmes, que eran copia de material impreso. Se obtuvieron más de siete millones de imágenes de 940 títulos de periódicos de los siglos XVIII, XIX y XX, las cuales están dispuestas para su consulta en la plataforma de la Hemeroteca Nacional Digital de México.
“Los microfilmes se hicieron en su momento para no utilizar de forma tan intensa los impresos, como una política de conservación”. Actualmente digitalizan periódicos, pero de manera directa. Suman mil 42 títulos con prácticamente ocho millones de imágenes disponibles, apunta.
El especialista remarca que a 79 años de su fundación esta institución refrenda ser dinámica y responder a factores tecnológicos, a los cambios de hábitos de consumo de información de los usuarios, a las circunstancias histórico, políticas y culturales del país, entre otros aspectos.
Proyecto de vanguardia
Rodríguez Hernández también expone que la sede del Centro de Preservación Documental de la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales que se construye en el campus Juriquilla de la UNAM, tiene un avance de más de 90 por ciento y se espera que sea inaugurado este mismo año.
Este proyecto busca poner a la vanguardia a estas instituciones en la preservación documental en su diseño arquitectónico, sus políticas de conservación, tecnología, por ejemplo.
“La arquitectura contempla que tenga la menor incidencia solar hacia el acervo, que se requiera menos consumo de energía para mantener estable el medio ambiente en los depósitos. Además, se instaló en Querétaro, lugar con poca actividad sísmica, no tiene muchas lluvias y es un lugar seco que favorece la conservación.
“El sistema de almacenamiento también será innovador, estará totalmente automatizado, compactado con niveles bajos de oxígeno (para preservar en mejores condiciones las colecciones) y con una estantería muy alta. La entrada y salida de los materiales será controlada por un robot. Está pensando para que tenga un tiempo de crecimiento para 25 años”, asegura.
Preservar la memoria
Rodríguez Hernández recuerda que la Hemeroteca se fundó el 28 de marzo de 1944, con el objetivo de ser un lugar especializado en el cuidado de las publicaciones periódicas editadas en México. En esa época posrevolucionaria se buscaba que ayudara a fortalecer el proyecto educativo del país y almacenar buena parte del conocimiento.
“Podríamos decir que, en cierta manera, servía para dar información al Estado, era un centro para proporcionar datos útiles a las instituciones de gobierno y albergó publicaciones de organismos internacionales como la recién creada ONU; se convirtió en depositaria de las publicaciones de los organismos internacionales. A la fecha todavía las recibe, así como una gran cantidad de revistas extranjeras”, comenta.
Hoy, su tarea más importante es ser un lugar de memoria, su función es recopilar las publicaciones que se editan y se han editado en el país, a fin de recuperarlas, resguardarlas y ponerlas a disposición del público, previa descripción bibliográfica.
“Los promedios históricos de recopilación oscilaban alrededor de 100 mil ejemplares al año, hasta antes de la pandemia. Sin embargo, por los problemas económicos que ésta generó, varias editoriales cerraron, otras cambiaron su frecuencia, pasaron de ser diarios a publicar solamente cinco días a la semana. Otras publicaciones más migraron a formatos digitales”, precisa.
En cuanto a los usuarios, el coordinador de la Hemeroteca Nacional indica que reciben a cerca de 32 mil al año y son tan diversos como los materiales que resguardan: hay publicaciones de información cotidiana y de interés para una población instruida, así como revistas de entretenimiento, espectáculos, cine, televisión, teatro, deportes, de aspectos sobrenaturales, esoterismo, religión, entre otros.
La mayoría de quienes acuden a sus instalaciones son estudiantes de licenciatura y posgrado en proceso de titulación; o bien, investigadores de instituciones académicas.
También personas de entre 20 a 40 años, jóvenes de bachillerato quienes consultan fuentes directas sobre acontecimientos de interés histórico como el 2 de octubre de 1968 o el caso Ayotzinapa; hay estudiantes de primaria y secundaria quienes realizan tareas, buscan datos curiosos, por ejemplo qué sucedió el día que nacieron.