Ya sea en Jordania o México, la violencia hacia las mujeres es un fenómeno que sigue las mismas rutas sin importar el sitio donde se encuentren: el control de los varones sobre ellas, coincidieron especialistas de ambos países reunidos por el Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA).
De ahí que es necesario identificar a los agentes del cambio entre los líderes religiosos, políticos y económicos para que sean una influencia positiva, ya sea en legislación o política, y se logre mayor participación de la mujer en estos sectores, tradicionalmente dominados por los hombres.
Al participar en la mesa de discusión “El papel de la mujer en la política en México y en Jordania”, la coordinadora del (PUEAA), Alicia Girón González, destacó: es importante valorar la participación femenina en economía y política, pues dar empleo a una implica empoderarla, por lo que se debe hacer cambios en la cultura para tratar de ser más democráticos y tener mejores leyes en ambas naciones.
“Cuando la mujer tiene un ingreso, ya sea en el sector formal o informal, puede tener la decisión de qué quiere hacer con ese dinero y eso le da poder y liberad. Por supuesto, muchas veces lo que se gana es para los hijos, la escuela, la familia, todo el tiempo trabajas para otros, menos para ti”, resaltó.
El Embajador de México en Jordania, Roberto Rodríguez Hernández, comentó que no hay duda de que uno de los grandes pendientes en la sociedad moderna es garantizar el derecho de las mujeres, especialmente en lo que se refiere a su participación en la vida pública y económica. Además, reconoció la labor de la UNAM para reforzar los derechos de ellas.
Para Bushra Abu Shahou, miembro de la UN Women Jordan, la violencia tiene en común el pensamiento del hombre que domina a la mujer en ciertos sectores y la política es uno de los que ellos disfrutan dominar; además, Jordania tiene uno de los menores porcentajes de mujeres empoderadas en negocios (15 por ciento).
“Es muy importante considerar que la economía, el desarrollo y la sustentabilidad no pueden existir si el 50 por ciento de la sociedad se queda atrás, sin protección, sin legislación que los haga sentir bienvenidos para entrar en el mercado en los sectores públicos o privados, en los mercados financieros, en política, en la educación. Si las leyes no protegen y ayudan a las mujeres, esto implica dejar a la mitad de la población atrás”, precisó.
En su oportunidad, la socióloga Haifa Haidar, miembro de la Jordanian Women’s Union, explicó que en el mundo árabe las restricciones políticas y religiosas hacen difícil, aún para las activistas, participar pues hay diversos límites y uno de los importantes es que si la mujer desea participar en estas actividades primero debe dejar bien atendida su casa.
“Siempre ocupan las causas religiosas para disminuir, apretar la participación de las mujeres en la vida social, política, en cualquier acción fuera de la casa. Y los políticos utilizan la religión para también violar los derechos de las mujeres que participan en la vida pública en el país. No sé por qué por décadas en Europa, como en el mundo árabe, los religiosos y los políticos son aliados”, comentó Haidar.
A su vez, la investigadora de la Universidad Panamericana, Fernanda Vidal Correa, recordó que en México, de 1953 -año en que se reconoció el derecho de la mujer a votar-, a 1981, cuando Rosa Luz Alegría se convirtió en la primera titular de una secretaría de Estado (Turismo), se avanzó de forma lenta.
Inclusive, detalló, no se alcanzó la paridad de género en cuanto a curules en la Cámara de Diputados, sino hasta 2021 cuando se registró una participación de 50.1 por ciento de mujeres; mientras que en el Senado la cifra registró 49 por ciento.
Para lograr lo anterior, abundó, se requirió impulsar agendas vertical (con obligaciones legales para las nominaciones), transversal (que eviten que los hombres tomen las posiciones de ellas), horizontal (la paridad debe ser territorial) y total (por mandato constitucional); aun así falta mucho por hacer.
Para Vidal Correa la agresión es un fenómeno que sigue las mismas rutas, ya sea en Jordania o en otro sitio; es la forma de control de los hombres sobre las mujeres, creen que tienen el derecho de decidir sobre su cuerpo, ideas y decisiones de las féminas. Cuando entran en la política, la violencia hacia ellas es por la noción de que están en un área en la que no deberían estar.
“Creo que desafortunadamente experimentamos violencia de la misma forma. La diferencia es que en México tenemos un marco legal que supuestamente protege a la mujer de la violencia política”, reflexionó.