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CATALIZADORES DE VEHÍCULOS INCREMENTARON HASTA 700 VECES LA CONCENTRACIÓN DE PLATINO.

porRedacción

Oct 31, 2021

En los últimos 14 años los metales contaminantes en el ambiente atmosférico de la Ciudad de México disminuyeron drásticamente, como el plomo; los autos ahora tienen catalizadores que usan platino para descomponer el monóxido de carbono en dióxido de carbono (CO2), lo que podría explicar por qué aumentó hasta 700 veces la concentración de ese metal, expuso la especialista del Instituto de Geofísica (IGf), Ofelia Morton Bermea.

Al participar en el conversatorio “La cruda verdad de la contaminación en México”, expertos universitarios coincidieron en señalar que los mayores generadores de contaminantes en la capital mexicana son el transporte público y privado; además, el programa “Hoy no Circula” ha permitido disminuir su emisión aunque se incrementó la presencia de otros elementos, como es el caso también de antimonio, ya que esta urbe tiene más de cinco millones de vehículos automotores.

Cabe señalar que, de acuerdo con la ONU Hábitat, en algunas zonas metropolitanas, como el Valle de México, las emisiones generadas por vehículos representan hasta 60 por ciento de la polución total por  partículas suspendidas gruesas (PM-10).

La especialista en Evaluación Geoquímica Ambiental y Contaminación expuso que, como parte de las pruebas realizadas durante 11 años con un grupo de investigadores para determinar la procedencia de las fuentes contaminantes, se determinó que, en promedio, 65 por ciento de los metales en la atmósfera de la Ciudad de México son de origen geogénico; es decir, provienen de la difusión de polvos, sobre todo de la zona norte.

A su vez, Ricardo Torres Jardón, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICACC), indicó que en el país gran parte de las emisiones emanan de la producción de energía y, principalmente, del uso del petróleo, tomando en cuenta que la mayor parte del crudo que se obtiene es “sucio” a pesar del proceso de refinación al que se somete.

Históricamente siempre vamos retrasados en la aplicación de tecnologías de control en la materia. Las propuestas del Instituto, avaladas con datos, es dejar de usar combustibles de ese tipo para evitar gases de efecto invernadero, indicó.

Durante su intervención en la “Feria de las Ciencias y las Humanidades 2021”, el ingeniero químico puntualizó: de 2010 a la fecha los niveles de partículas finas suspendidas, el ozono y otros contaminantes de origen fotoquímico, incluso hidrocarburos, se han sostenido o crecen nuevamente.

En su oportunidad, la especialista en Física de Materiales, Bertha Oliva Aguilar, recordó que en un estudio de la Organización Mundial de la Salud en el ranking de las metrópolis mexicanas más contaminadas figuran Monterrey, Toluca, Guadalajara, Salamanca, León, Irapuato y ubica en séptimo lugar a la Ciudad de México.

“Si se considera que gran parte de los contaminantes son material particulado, que no solo es peligroso para la salud por su tamaño, sino por la composición, estamos ante el problema de que, si tenemos una estación de monitoreo instalada tramposamente, es decir en azoteas o en sitios alejados de los puntos críticos donde hay emisiones puntuales de contaminantes, obviamente ésta adquirirá valores que no son reales”, prosiguió la experta.

Es importante, dijo, considerar las fuentes naturales que a veces pueden dar una aportación más grande que las antrópicas, como el caso de las emisiones volcánicas del Popocatépetl que en los últimos 20 años están en actividad, y gran parte del material suspendido proviene de ahí.

En tanto que Nimcy Arellanes Cancino, de la Unidad Académica de Estudios Regionales, de la Coordinación de Humanidades, mencionó que son 11 las fuentes de contaminación atmosférica, entre ellas hídrica, radioactiva, del suelo, la generación de basura, acústica, visual y lumínica. Estas últimas afectan el sueño y también al resto de los animales.

Para la universitaria la reforestación es una de las principales acciones para controlarla en las urbes con el uso de especies nativas, un proceso que inició en el siglo XIX con árboles cada vez más distintos a los comunes en el país.

La historiadora y antropóloga sugirió ser conscientes de la urgente necesidad de ahorrar energía, disminuir el consumo de ropa y calzado, así como aprovechar la luz del día para realizar la mayor parte de nuestras actividades.