Durante el Foro Espacio Público y Trabajo Social: Luchas, resistencia y acción colectiva, realizado en el auditorio 8 de marzo de 1857, de dicha entidad académica, añadió:
Como parte de la acción social que realizan alumnas y alumnos de la Práctica Escolar de Intervención Regional II, del Grupo 1702 a cargo de Omar González Jiménez, se organizó esta actividad para el análisis a partir de una perspectiva interdisciplinaria donde se reconoció la importancia de la actuación de las comunidades en el proceso de elaboración del espacio público.
Al respecto dijo que considerar las condiciones de habitabilidad mejora la calidad de vida de las personas y sus entornos. “Se mira en la cotidianeidad, a través de los desplazamientos que realizamos, las calles, las plazas que le dan forma y articulación a la ciudad, que habla de la vida y actividades cotidianas”.
La experta mencionó la importancia de cuidar cómo se erigen estos sitios en un contexto de habitabilidad que, de otro modo, al no ser usados para lo que fueron creados, rompen con el tejido social. La forma en que los habitamos genera una dinámica en ellos; en este sentido deben enfocarse en la recuperación de los lazos sociales.
Resaltó que es cambiante de acuerdo con quienes viven en él e inciden factores como lo económico, político, ideológico y social; es decir, representan el contexto de las relaciones humanas. Es ahí donde el trabajo social es necesario; a través de la intervención laboramos con la población, conocemos quiénes habitan las áreas públicas, cuáles son los puntos de reunión, qué grupos de población hay, en qué horarios, por quiénes se ocupa el lugar, así como el uso que se le da, que coloca su funcionalidad, explicó Manzo Guerrero.
En tanto, el profesor de la Facultad de Arquitectura (FA) de la UNAM, Jaime Fernando González Lozada, subrayó que para edificar una ciudad es fundamental considerar la construcción social del hábitat con la participación de las personas usuarias de esas zonas públicas, además de las y los habitantes en las distintas etapas de producción, bosquejo, edificación, mantenimiento, o reconfiguración.
La urbe la cimentamos todos los seres que la habitamos, nos organizamos, buscamos satisfacer intereses, enfrentar adversidades y necesidades, por lo que resulta importante integrar a las comunidades intergeneracionales en el diseño de proyectos, aseveró.
Es necesario reconocer la multidimensionalidad que constituye al territorio y el espacio, la dimensión política, económica, administrativa, ontológica, epistemológica, ambiental, cultural, social e histórica.
Además, se debe entender el espacio como una totalidad y dentro del cual se configuran territorialidades que en numerosas ocasiones entran en conflicto. Hay intereses diversos, como contar con un centro habitacional, defender murales; es decir, son manifestaciones de la territorialización de las comunidades, enfatizó.
En su intervención, el también profesor de la FA, Francisco Acatzin Espinosa Müller, recordó la trascendencia del reconocimiento de las y los habitantes para aprender a partir de sus problemáticas y del acercamiento con la realidad. Los espacios públicos deben tener características emanadas de la interlocución con sus pobladores como sujetos de decisión.
Al abundar en las escalas, apuntó que no refieren a sus dimensiones físicas sino a su conexión con dinámicas urbanas específicas, la intensidad de uso y apropiación por parte de las personas usuarias provenientes de diferentes lugares. En ese sentido, anotó que la barrial permite la interacción inmediata en el entorno de la vivienda, donde lo público y lo privado interactúan.
No todos lo usamos de la misma manera, y es aquí donde entra en disputa su privatización que principalmente sirve para acceder al derecho a la recreación y al ocio: las plazas comerciales sustituyen el uso original y tradicional que posee. Esta disyuntiva tiene que ver con que los espacios públicos carecen de las condiciones para que las personas puedan realizar sus actividades.
En México, prosiguió, existe la Carta por el Derecho a la Ciudad, resultado de la mediación y promoción de las y los habitantes organizados, la cual tiene el objetivo de rescatar y fortalecer la función cultural, lúdica y recreativa del espacio público; busca el fortalecimiento de la convivencia, ampliación y mejoramiento de esas zonas.
Este documento considera que se debe contribuir a la creación de una ciudad incluyente, habitable, justa, democrática, sustentable y disfrutable; impulsar procesos de organización social, fortalecimiento del tejido social, ciudadanía activa y responsable; coadyuvar a la materialización de la economía urbana, equitativa, incluyente y solidaria que garantice la inserción productiva y el fortalecimiento económico de los sectores populares.
Como parte de la retroalimentación, el analista, reportero y presidente de la Fraternidad de Reporteros de México, A.C., Juan Bautista Rojo, comentó que la defensa de los sitios públicos y patrimonios culturales debe darse en el ámbito social y académico, mediante una alianza explícita por el rescate con los principales actores sociales, apegada a partir de los principios éticos, que incida en la opinión pública, en los medios de comunicación, para concretar una iniciativa ciudadana y cultural que permita una transformación.
En el evento también estuvo el administrador del Centro SCOP (anteriormente Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas), Héctor Lozano Mina, quien compartió su experiencia en la lucha por el rescate de este lugar, que en 2023 logró la declaración como Monumento Artístico, un paso más en el diálogo que se ha sostenido con la comunidad y la academia para reivindicar el sentido artístico y público del inmueble.