• 7 enero, 2025 9:08 am

INTEGRACIÓN MUNDIAL PARA HACER CIENCIA EN EL SIGLO XXI

porRedacción

Ene 3, 2025

La astronomía moderna ha evolucionado y hoy en día necesitamos tecnología más sofisticada para observar detalles cada vez más finos, por ejemplo de la estructura estelar que queremos estudiar, o para elaborar grandes catastros de estrellas o de galaxias que nos permitan entenderlas de una forma estadística más completa, señaló el investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, Joel Sánchez Bermúdez.

Para ello se requieren nuevas tecnologías, varias que no se han desarrollado o son únicas en el mundo y se crean para esta ciencia con objetivos específicos.

La astronomía moderna tiene ese componente tecnológico importante con el desarrollo de instrumentación de punta en telescopios terrestres, y también con el avance de misiones espaciales, apuntó en entrevista.

Sánchez Bermúdez -experto en el uso de datos interferométricos infrarrojos para el estudio de la física estelar- aseguró que se ha vuelto una ciencia multidisciplinaria en donde participan astrónomos que observan y analizan la información; además de ingenieros de diversas especialidades (electrónica, mecatrónica, control, óptica) quienes crean estos instrumentos de última generación.

Siempre ha sido pionera y varios de sus avances son posibles gracias al desarrollo de tecnología. Sin la invención del telescopio de Galileo para observar el cielo, el cual hoy nos parece pequeño y distinto de los actuales, no habría sido posible capturar detalles del cosmos, explicó.

De acuerdo con Sánchez Bermúdez, lo que ocurre ahora en misiones en Tierra y en el espacio es que cada vez son más caras, y se necesita de la colaboración internacional para llevarlas a cabo.

“Es muy difícil que hoy una sola institución o país sea capaz de aportar una gran infraestructura tecnológica de punta que pueda ser competitiva”, destacó.

Por ejemplo, el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés) contará con un espejo primario de 38 metros de diámetro (demasiado grande para fabricarlo en una sola pieza); es desarrollado por el Observatorio Europeo Austral (ESO) en el desierto de Atacama, Chile, y es llamado el “ojo más grande del mundo en el cielo”.

Se está construyendo con la colaboración de una veintena de países que conforman el ESO, pues es la única manera de fabricar un instrumento que tendrá una cúpula del tamaño de un estadio de fútbol, precisó.

El especialista resaltó que casi ninguna nación puede realizar sola una misión, como lo demuestra el Observatorio ALMA (Atacama Large/Millimeter Array), un interferómetro con un conjunto de 66 antenas ubicado en el norte de Chile, el cual reunió esfuerzos de la ESO europea, el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Estados Unidos (NRAO) y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA).