Joseph Madondo, joven oriundo de la República de Zimbabue, en el continente africano, recorrió medio planeta para llegar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ser el primer estudiante de su país en esta casa de estudios. “No sabía dónde estaba México, sólo ubicaba a Latinoamérica”, recordó con un fluido español que estudió durante cinco años en Cuba, el primer país de América al que llegó para aprender el idioma y cursar la licenciatura en Geología, algo que difícilmente podría lograr en su país natal, donde cursó la preparatoria. La República de Zimbabue se ubica en el sudeste de África, del otro lado del mundo; es un país sin litoral que colinda con Botsuana, Zambia, Sudáfrica y Mozambique. “Estudié en Zimbabue hasta la preparatoria, después con una beca pude viajar a Cuba para realizar la carrera”, recordó. En ese país caribeño se interesó en realizar estudios de posgrado en México, y supo del prestigio de la Universidad Nacional, institución que “conoció” por medio de internet y a través de estudiantes mexicanos de Medicina que se preparaban en esa nación. “Ellos me contaron de la UNAM, me empezó a interesar, investigué más y lo que encontré me gustó bastante: era una universidad grande y de gran prestigio”, dijo en entrevista. Llegó en 2015 y cursó la maestría y doctorado en Ciencias de la Tierra en el Instituto de Geofísica de la UNAM, donde tuvo como tutor al investigador Carles Canet Miquel, quien lo enseñó a ser un estudiante independiente y buscar sus propias líneas de investigación. “Él me preparó para el posdoctorado”, subrayó. Joseph Madondo se percató que en la Universidad el nivel en esa carrera es elevado. “En Zimbabue pensamos que todo lo más desarrollado viene de Europa y de Estados Unidos, así que los que tienen el dinero para estudiar van a esos sitios o a Australia. Pero cuando llegué a la UNAM encontré gran nivel en la educación, comparable con Europa y Estados Unidos”. Estoy orgulloso de haber estudiado aquí e impresionado que la Universidad esté en América Latina, confesó. “Además, la UNAM es prácticamente gratuita. Yo vengo de una familia humilde en mi país, así que tener una oportunidad de estudiar con calidad y sin que represente mayor gasto es muy valioso. Tuve una beca económica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que tal vez no hubiera conseguido en Estados Unidos”, afirmó. Exploración y prospección El académico refirió que vivió un choque cultural, que al principio fue difícil de asimilar. “La cultura es completamente diferente y comencé un proceso de adaptación, pues también el sistema educativo es distinto. Aquí en México hay énfasis en que un estudiante investigue y efectúe un esfuerzo por sí mismo, mientras que en Zimbabue la educación es del maestro al alumno, uno solamente escucha al profesor. Joseph Madondo tiene esposa e hija mexicanas. Su plan es seguir en la UNAM, ahora como investigador posdoctoral en el Centro de Geociencias, en Juriquilla, en el campus Querétaro de esta casa de estudios. “Mi línea de investigación sigue la del doctorado, que es sobre la génesis de los yacimientos minerales. Trata de cómo se forman, qué procesos están involucrados en su origen y dónde podemos encontrarlos. Hago trabajo de exploración y prospección”, detalló. Joseph Madondo continúa su especialización en yacimientos del mineral manganeso. México tiene en Hidalgo -en el municipio Molango de Escamilla- uno de este material, que es el más grande del continente americano y de los más extensos del mundo, que llama la atención en el orbe. Una vez concluido el posdoctorado, en dos años, su meta es ser investigador en el Centro de Geociencias, donde hay investigadores de varios países con muy buen nivel profesional. Hasta el momento no ha conocido otro estudiante oriundo de su nación. “Tengo compañeros de Nigeria, Ghana y Camerún que están estudiando en la UNAM, tanto de licenciatura como de posgrado, pero ninguno de mi país”, destacó. Recientemente, Joseph Madondo obtuvo el tercer lugar del Premio BAL-UNAM de Ciencias de la Tierra. “Es un reconocimiento con el que me siento muy feliz, siento que todo el esfuerzo de la maestría y el doctorado ha valido la pena, porque se reconoce mi trabajo de investigación de varios años en yacimientos de manganeso”, finalizó.