Los vuelos espaciales tripulados han sido y serán referencia para el avance tecnológico y un reto para la organización social de cada país y de la humanidad, a fin de romper una de las fronteras naturales más difíciles, la atmosfera y la gravedad del planeta, y también para permitir el desarrollo científico, asevera el secretario de Educación y Divulgación del Programa Espacial Universitario (PEU) de la UNAM, Alejandro Farah Simón.
De acuerdo con el experto, estas expediciones son de la mayor relevancia por el destino, no muy lejano, de ser un imperativo salir de nuestro planeta en algún momento, y por una necesidad del ser humano.
A propósito de la conmemoración del Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados, que se celebra el próximo 12 de abril, el también integrante del Departamento de Instrumentación del Instituto de Astronomía plantea que aun cuando la Tierra todavía tiene bastante tiempo de vida, significa que no es menester salir al espacio para abandonarlo; sin embargo, como es tan complejo, hay que prepararse. Y argumenta:
“Resulta que en nuestra colindancia, en nuestro vecindario solar, hay cuerpos que tienen recursos naturales que podemos aprovechar de manera muy importante, eso implica no solo el envío de robots, sino de viajeros que puedan tomar decisiones de manera más consciente sobre este tipo de recursos, ya sea en la Luna, en los satélites que orbitan nuestro Sol, en asteroides y meteoros, e incluso en Marte”.
Esa es la relevancia de estos viajes espaciales tripulados porque van a permitir mejor aprovechamiento de los recursos naturales en la Tierra. Por ello, hoy en día no pueden ser pensados como el objetivo de una sola nación, sino idearse de manera global.
Eso incluye a los países que tienen desarrollo tecnológico para salir, y a los que lo despliegan, como es el caso de México, ya que en la ciencia todas las aportaciones tienen un valor importante, indica.
“Auriespacial”
La UNAM cuenta con una larga trayectoria en desarrollo de ciencia y de tecnologías espaciales, por ejemplo el laboratorio en el Pabellón de Rayos Cósmicos, ubicado en Ciudad Universitaria, pionero en el estudio en la materia, afirma Farah Simón.
Además de varios esfuerzos institucionales y académicos que condujeron a la Universidad Nacional, hasta la fecha, a ser la única entidad en nuestro país que logró diseñar y poner en órbita un satélite: el UNAMSAT. Ahora en el PEU, la función es recoger estos proyectos científicos y tecnológicos para hacerlos funcionar de una manera más armónica.
Hemos logrado juntar 50 proyectos en ese ámbito, cada uno orientado a diferentes tópicos: desde medicina espacial, nanosatélites, hasta psicología en el espacio y derecho espacial, con la integración de especialistas de agencias espaciales del mayor nivel provenientes de Japón, Estados Unidos y países de Europa.
“La UNAM no solo colabora, sino impulsa el nuevo conocimiento de frontera, como iniciativa propia. También es cierto que nuestro país, desde que cuenta con la Agencia Espacial Mexicana, ha estado impulsando la colaboración entre muchos países para colocar a México rápidamente en proyectos de relevancia, por ejemplo el Proyecto COLMENA, que dirige Gustavo Medina Tanco, del Instituto de Ciencias Nucleares, donde si todo va bien en 2024 estarán tocando la Luna sus pequeños robots”, enfatiza.
El principio de la era espacial
El 12 de abril es el día en el que se conmemora el acontecimiento del primer vuelo espacial tripulado, llevado a cabo por el ruso Yuri Gagarin en 1961. La fecha fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas como un precedente, y marcada como inicio de la era espacial.
Con la efeméride también se quiere reafirmar que la ciencia y la tecnología cósmica contribuyen, de manera crucial, a conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y aumentar el bienestar de los estados y los pueblos. Además, sensibilizar al mundo para asegurar que se cumpla la aspiración de reservar el espacio ultraterrestre a fines pacíficos.