Las universidades deben ser clave para sensibilizar a la mayor cantidad de gente joven a actuar para combatir el cambio climático con datos, elementos y argumentos imbatibles sobre las modificaciones que se tendrían que realizar a nivel de municipios, estados o país, a fin de evitar la pérdida de ecosistemas, consideró el exrector de la UNAM, José Sarukhán Kermez.
Al participar en el Simposio Internacional de Bioética, organizado por los institutos de investigaciones Filosóficas, y Filológicas, el investigador del Instituto de Ecología recordó que los beneficios recibidos de los ecosistemas son perfectamente tangibles: agua potable, oxígeno y alimentos.
Una de las situaciones que no ocurren en la educación, y aquí las universidades deberán hacerle ver a sus estudiantes -desde los que van a danza hasta a astronomía- que todos somos responsables por nuestra actividad natural, no porque seamos malos o irresponsables, sino porque es lo que es, comentó el autor de Las musas de Darwin.
Durante su participación en la mesa “Diálogo sobre cambio climático”, el galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1990 enfatizó que por esta participación colectiva que se ha dado para generar el problema, todos debemos actuar utilizando los instrumentos a nuestro alcance, informándonos y enseñando a las nuevas generaciones. Por ejemplo, las herramientas jurídicas adecuadas podrían impulsar desarrollos de políticas públicas apropiados para el beneficio de la sociedad en este país y de las demás naciones.
“Es cuestión de unas cuantas décadas, no más de tres o cuatro, antes de que los cambios que se están generando hoy sean tan irreversibles y tan severos que todo lo que estamos pensando sea totalmente inútil, porque la dimensión y la extensión de los problemas ha rebasado totalmente lo esperado”, enfatizó el ecólogo.
A su vez, el exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío Díaz, recordó que en México la temporada de lluvias es más húmeda, la sequía más seca, y esto ha provocado escasez de agua en el norte del país, incrementos en los incendios forestales, olas de calor y una población crecientemente vulnerable.
“El reconocimiento del fenómeno, primero social y después político, ha tenido diversos momentos como la Convención de Estocolmo, reuniones internacionales y en lo que se refiere al caso mexicano se tuvo una reforma en 1971 para establecer la prevención de la contaminación ambiental, algo realmente importante en términos de la observación de que algo estaba cambiando”, refirió el jurista.
Lo que se tiene hoy en nuestra nación, agregó el miembro de El Colegio Nacional, cuenta con un conjunto de previsiones sobre la protección al medio ambiente, la restauración, el equilibrio ecológico, los asentamientos humanos que pueden tener una incidencia mayor sobre el tema del cambio climático y sus efectos negativos.
“Las herramientas con las que cuenta el Estado mexicano ¿son las adecuadas para enfrentar el fenómeno del cambio climático o no? Y este es el problema central, porque a lo mejor lo que tenemos son elementos para proteger, preservar o reparar elementos particulares de nuestro medio ambiente, de la salud, pero no son adecuados para generar una acción integral sobre los fenómenos que se están presentando”, cuestionó Cossío Díaz.
Un fenómeno tan particular como el cambio climático debe llevar a explorar herramientas jurídicas distintas, porque lo hecho hasta ahora ha mostrado que no se tiene la incidencia suficiente para combatirlo, dijo.