• 25 noviembre, 2024 6:26 am

GRUPOS VULNERABLES DESDIBUJADOS EN LA CONFIGURACIÓN DE CIUDADES.

porRedacción

Mar 15, 2023

En la Ciudad de México hay 5.4 millones de vehículos particulares registrados, lo que implica que, en promedio, hay un automotor particular por cada dos habitantes, sin contar motocicletas, transporte de carga, ni de pasajeros.

A lo anterior se suma que en los procesos de expansión de las ciudades se ha dado prioridad a la motorización de los desplazamientos; es decir, el espacio público es monopolizado por el uso del automóvil, lo que genera un ambiente hostil para los grupos de la población más vulnerables: las infancias, personas con discapacidad, adultos mayores, mujeres, personas en situación de calle, indicó Rocío García Flemate, estudiante de maestría del Posgrado de Urbanismo.

Al participar en el Coloquio Ciudad en Movimiento. Accesible, caminable e interconectada. 2a etapa, Charla con expertas, expresó: según estimaciones del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, a escala nacional 80 por ciento de los recursos para proyectos de transporte y movilidad se destina a obras de ampliación y mantenimiento de la infraestructura vial para autos particulares.

En el país, abundó, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en la población infantil, ya sea violenta o accidental. La OMS ha considerado a estos eventos como un problema de salud pública global, pues en el mundo un promedio de 1.24 millones de personas pierden la vida de esa manera, 21 por ciento de ellos son menores de 14 años, sobre todo cuando son peatones.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía señala que 41.4 por ciento de niñas y niños mayores de tres años se desplazan a la escuela caminando, “lo que permite concluir que cuando las infancias salen a la calle enfrentan un ambiente en el que sus vidas están en riesgo porque en la configuración de las ciudades no se consideran sus necesidades, ni sus características”.

Ello nos muestra que se trata de un ambiente hostil para esa población y para la ciudadanía en general. “Además, está el hecho evidente de que niñas y niños poseen características distintas a las de los adultos en múltiples aspectos: cognitivo, conductual, físico, dimensiones, estaturas, etcétera, pero también los pequeños tienen formas específicas de movilidad que los convierte en un grupo vulnerable en este contexto urbano vial”, apuntó la universitaria.

Al salir a las calles, “nos encontramos con un ambiente de tránsito complejo, en constante cambio y exigente en el sentido de que nos obliga a poner en marcha en un tiempo corto una diversidad de procesos cognitivos complejos los cuales aún se encuentran en desarrollo en las infancias como la percepción, atención, toma inmediata de decisiones, capacidad y velocidad de reacción, identificar y medir el peligro, riesgos que se transforman constantemente conforme sus etapas de desarrollo avanzan”, enfatizó.

Se refirió también a PROPedregales Coyoacán, A.C., en el que participa, cuyo objetivo es la enseñanza a niñas, niños y adolescentes para trasladarse en la ciudad desde la experiencia y el aprendizaje. “Tratamos de recuperar los planteamientos de la movilidad como un proceso en el que las personas puedan relacionarse con el entorno y el espacio en el que transitan y con todo lo que en él se desarrolla: mobiliario, personas, dinámica, etcétera”.

García Flemate resaltó que es importante superar esa visión de la educación vial a través de mostrarles cómo funciona el semáforo, el significado de las líneas y símbolos viales, normas para conducir o caminar en la calle.

Explicó que el propósito es que reconozcan su estatus activo como habitante, usuario y productor del espacio público por medio de procesos de intervención participativa, así como de movilidad segura y responsable.

Parte de la metodología es el fortalecimiento de habilidades psicosociales para hacer frente a la cotidianidad, pero también tiene un corte constructivista en el que son protagonistas de ese proceso. “Buscamos partir de lo que ya saben y conocen, reconociendo que los adultos no somos poseedores totales ni creadores totales del conocimiento, sino una guía que comparte lo que sabe de lo aprendido, para juntos construir a partir de la experiencia”.