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RECREA CHÁVEZ MORADO UNA SÍNTESIS DEL MOMENTO HISTÓRICO.

porRedacción

Jun 21, 2022

Hoy adorna una de las paredes exteriores de la Preparatoria 4, Plantel Vidal Castañeda y Nájera; sin embargo, la historia del mural México moderno, país de antigua cultura inició en 1957, cuando al artista guanajuatense José Chávez Morado le fue comisionado crear la pieza principal del pabellón mexicano en la Exposición Universal e Internacional de Bruselas, acontecida en 1958.

El evento fue el primero de su tipo tras la Segunda Guerra Mundial y su intención era mostrar la unión del mundo occidental en plena Guerra Fría. Así lo recordó José de Santiago Silva, profesor emérito de la Facultad de Artes y Diseño:

“En la Exposición Universal e Internacional de Bruselas se dio como una especie de reivindicación de Occidente, como la parte que prevalece tras el conflicto bélico. En consecuencia, tiene mucho de propaganda de los sistemas económicos y políticos de Occidente; es una especie de confrontación con el bloque soviético que en ese entonces estaba en pleno empoderamiento de buena parte de la geopolítica europea.

“La idea era hacer una recomposición más humana del mundo, una reorganización con miras a la fraternidad y el hermanamiento de los pueblos. Este fue, digamos, el leitmotiv. Por otro lado, ponen como un elemento sumamente importante la cuestión de la tecnología de Occidente y, entre otras cosas, la energía nuclear”, rememoró el especialista.

El pabellón mexicano fue diseñado por Fernando Gamboa –“museógrafo por excelencia para ese momento”–, quien decidió invitar a Chávez Morado. “Gamboa, que había tenido como antecedente una gran exposición de arte mexicano –desde la época prehispánica hasta nuestros días– que estuvo primero en París y que tuvo un éxito rotundo, porque llevaron piezas colosales –como la cabeza olmeca, que estaba en la escalinata del lugar de exposición–”, subrayó José de Santiago Silva.

El espacio también contó con la contribución de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares, quienes “diseñaron un pabellón en términos sumamente apropiados para la exhibición: discreto, de manera que realmente los contenidos fueran los que lucieran. La exposición fue un éxito para México, porque resultó que obtuvo una cantidad de premios importantes: 17. Fue realmente muy notable el éxito y el impacto que tuvo la cultura mexicana”.

Para el encargado de la Coordinación de Investigación Difusión y Catalogación de las colecciones artísticas de la Facultad de Artes y Diseño la participación mexicana en Bruselas se dio en un momento que “la Escuela Mexicana de Pintura estaba sumamente consolidada, había una especie de maduración de las ideas. Se había establecido algo así como la asociación entre la escuela mexicana y el poder político que encargaba obras significativas. Uno de los más importantes colaboradores en esa conjunción fue, precisamente, José Chávez Morado, invitado por Gamboa para darle la imagen frontal a la exposición”.

Su originalidad

Cuando José Chávez Morado diseñó México moderno, país de antigua cultura aprovechó la experiencia cultivada durante la creación de los murales de su autoría que se pueden apreciar en Ciudad Universitaria –El retorno de QuetzalcóatlLa ciencia y el trabajo y La conquista de la energía–, periodo de gran experimentación técnica para el artista. 

“Se había dado en años anteriores a 1958 un proceso de experimentación en el arte público monumental que constituye la segunda etapa del muralismo mexicano. La primera, echó andar todos los mecanismos propios del arte mural tradicional: el fresco, la encáustica y el temple, las técnicas tradicionales de ese género. Pero, en la construcción de Ciudad Universitaria, Juan O’Gorman, José Chávez Morado y Diego Rivera comenzaron a experimentar con otras posibilidades de trabajo mural, como fue el mosaico”, argumentó José de Santiago Silva.

“Tanto O’Gorman como Chávez Morado y Diego recurrieron a una modalidad diferente que fue buscar piedras de colores en todo el territorio nacional. Fueron desarrollando técnicas alternativas para la realización de este procedimiento, que era en ese momento del todo original, porque el mosaico convencionalmente venía desarrollándose con la técnica veneciana o la técnica grecorromana, que es la asociación de pequeños vidrios de colores. En este caso eran piedras y curiosamente tienen una condición pictórica en calidad de sordina de color muy armónica, porque no tienen los contrastes tan violentos que pueden dar los mosaicos de vidrio.

“A partir de eso se ensayan una buena cantidad de posibilidades. Al inicio, hicieron aplicaciones directas de las piedras sobre un aplanado de cal y arena; luego, quien logró la síntesis de este sistema fue O’Gorman en la Biblioteca Central, donde comenzaron a trabajar por secciones a partir de un proyecto general. Dividen por tareas uniformes con cuadrados, de una dimensión determinada, los realizan por separado en el piso mismo y después lo van anclando al muro. Esa es la técnica que usó Chávez Morado”, añadió el especialista.

Es en esta decisión técnica, recalcó, que recae la originalidad de México moderno, país de antigua cultura, ya que “incluyó vidrio y otros materiales, algunos pétreos, otros no, porque también utilizó cerámica. Si se busca con cuidado, se pueden ver en algunos fragmentos los lugares donde usó cerámica, los otros donde usó la mayor parte piedra de colores y en otros vidrio que da reflejos sumamente interesantes”.