• 23 noviembre, 2024 1:25 am

EL RETORNO DE QUETZALCÓATL, DE JOSÉ CHÁVEZ MORADO.

porRedacción

Abr 21, 2022

Cuando José Chávez Morado estre­nó en 1952 el mural titulado El retorno de Quetzalcóatl capturaba a la distancia –por igual– la mirada de estudiantes, maestros y visitantes de la entonces Facultad de Ciencias.

El proyecto de origen, explica Jorge Alberto Barajas Tinoco, del Posgrado en Historia del Arte de la UNAM, era impre­sionante porque estaba planeado para verse a la distancia en conjunto con el espejo de agua que se encuentra al pie de las figuras que viajan sobre una barca.

Su planeación fue “un reto porque, hasta ese momento, el muralismo se había trabajado en edificios construidos y a partir de ahí se escogía algún muro para hacer la obra mural. Este se trabajó en conjunto con los arquitectos, fue una gran oportunidad para todos los pintores que participaron en la gran obra que es Ciudad Universitaria”.

Para Chávez Morado, añade Barajas Tinoco, “estos murales fueron muy im­portantes, porque fueron su primer gran comisión. Anteriormente él ya había hecho algunos en Jalapa e Hidalgo, pero no de esta magnitud.

Además, se encuen­tran a la intemperie, entonces tiene que buscar soluciones para que perduren a las inclemencias del tiempo, o sea, que el mural soporte estar al aire libre”.

El material al que recurrieron los artistas para dar respuesta al pro­blema fue el mosaico veneciano, este se eligió por “la perdurabilidad que tiene, en verdad dura muchísimo a la intemperie. Es el que se usa para las albercas, varias decoraciones de fuentes y similares. Por eso les llama la atención y también su variedad cromática”, señala el especialista y agrega:

“Chávez Morado anteriormente hizo un viaje a Italia, ahí aprende estas técnicas. Él piensa que el mosaico se va a importar. Era un poco barato, pero aquí en México ya existía un taller en Cuernavaca, el taller de los Perdomo, entonces fue más fácil. Incluso Siqueiros ya utilizaba unas teselas más grandes, no de la manera tradicional, y Diego Rivera también lo usó en el Teatro de los Insurgentes”.

“Los dueños del taller eran muy celosos con las recetas, con los pigmentos y todo eso. Realmente los artistas sólo podían ir a ver un catálogo, llevar sus bocetos y a partir de ahí elegir los colores. Chávez Morado no estaba ahí poniendo los mo­saicos, vinieron a colocarlos la propia gente del taller.”

“El mosaico veneciano fue una solu­ción a la que llegan de manera un poco rápida, de hecho después se lamentan porque los colores tan brillantes no les encantan mucho. Fueron afinando detalles para después hacer mejores cosas. Ciudad Universitaria fue una especie de laborato­rio de experimentación para los muralistas y para los arquitectos involucrados”.

Transformaciones en CU

El retorno de Quetzalcóatl, junto a los murales La conquista de la energía La ciencia y el trabajo fueron concebidos originalmente para adornar las paredes de la entonces Facultad de Ciencias; sin embargo, en 1977 las instalaciones se transformaron para alojar al posgrado de Arquitectura y se construyó un nuevo edificio que cambió radicalmente la vista a distancia de la composición de Chávez Morado.

De acuerdo con Cristina López Uribe, investigadora del Instituto de Investiga­ciones Estéticas, el artista afirmó tras este cambio arquitectónico que “El retorno de Quetzalcóatl originalmente tenía una mejor ubicación, con un amplio espacio para ser visto y un espejo de agua que daba mayor idea del mar; pero este ambiente ha sido destruido y el mural hoy se encuentra prisionero entre las construcciones que posteriormente se levantaron”.

No obstante, para Jorge Alberto Barajas Tinoco esos cambios son inevitables para satisfacer las demandas del alumnado de la Universidad Nacional:

“Son modificaciones que se tienen que hacer al final de cuentas para cubrir las necesidades de los estudiantes. Creo que no hubiera podido permanecer el conjunto original hasta ahorita, pero sí se hubiera podido buscar una mejor solución. No es lo mismo verlo a poca distancia, poder alejarte y de verdad apreciar lo que hubiera sido; sí afecta la experiencia. Porque, incluso, la construcción donde se encuentra la biblioteca es bastante peculiar. No es una escuadra, sino un trapecio, entonces todo estaba pensado para eso”.