La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la tuberculosis continúa como una de las enfermedades infecciosas crónicas más frecuentes y mortíferas del mundo. Cada día, aproximadamente cuatro mil personas pierden la vida por esta causa; en promedio, 28 mil la contraen.
En 2019, la Secretaría de Salud del gobierno federal de México reportó que la tasa de mortalidad fue de 1.59 por cada cien mil habitantes; en 1990, de 7.54 por la misma cantidad de habitantes.
La académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Antonia Isabel Castillo Rodal, resalta que se trata de una enfermedad antigua; sin embargo, no se ha tenido la capacidad de erradicarla. Pese a lo anterior, se progresa en la disminución en el número de casos y de fallecimientos que produce.
De 2000 a 2020 se salvaron en el orbe 66 millones de personas con tratamiento farmacéutico. Ese es un aspecto importante el cual indica que existen los medicamentos para combatirla, pero falta educación y conciencia sobre el padecimiento, expone la especialista del Departamento de Microbiología y Parasitología de la FM.
Recalca que en 2019 la OMS reportó que hubo de 23 mil a 37 mil casos en México, es un dato alentador porque se observa una reducción lenta, aunque constante en el número de casos en los últimos 30 años.
Datos de diversas organizaciones de salud (SSA, OMS y CDC) han señalado en diversas ocasiones que la mayor tasa de incidencia se registra en individuos que viven en hacinamiento y pobreza extrema, como son las cárceles. Una investigación de 2021 realizada por Curry J. y colaboradores en México, indica la alta frecuencia de casos en Tamaulipas, estado que sirve de punto de referencia para la migración hacia los Estados Unidos.
“Ellos explican que su deseo de cruzar la frontera norte los lleva a vivir hacinados por mucho tiempo, y es ahí donde contraen la tuberculosis, una enfermedad infectocontagiosa, crónica y de fácil transmisión (sobre todo en personas que viven en espacios reducidos), que afecta predominantemente los pulmones, pero también puede dañar cualquier otro tejido”, detalla Castillo Rodal.
Una enfermedad antigua
Este padecimiento, recuerda, ha acompañado al ser humano desde hace siglos. De hecho, los primeros reportes mencionan su presencia en la India, hace tres mil 300 años, mientras que en China fue hace dos mil 300 años.
Expone que en 1882, el 24 de marzo –día establecido por la OMS para conmemorar el Día Mundial de la Tuberculosis–, Robert Koch dio a conocer el bacilo causante de la enfermedad, Mycobacterium tuberculosis, lo que abrió el camino hacia su diagnóstico y cura. A partir de entonces inició la búsqueda de un tratamiento.
La experta abunda que 80 por ciento de los casos son a nivel pulmonar, el resto se registra en otros tejidos (ganglios linfáticos, riñones, huesos, articulaciones, etcétera); en cualquier forma, el tratamiento es el mismo, es gratuito y puede curar hasta 99 por ciento de los casos si hay apego al mismo durante los seis meses indicados. Asimismo, la terapia farmacéutica debe ser controlada y estrictamente supervisada para asegurar que el paciente cumpla con la prescripción.
Castillo Rodal refiere que existe una forma de controlar y reducir su incidencia de forma importante, incluso se puede prevenir. “Tenemos una vacuna que protege de las formas más graves de tuberculosis (meningea y miliar); en el caso de la pulmonar, solo 50 por ciento de estos casos podría evitarse con la única vacuna antituberculosa que existe, la BCG (Bacillus de Calmette y Guérin), que reciben lactantes y niños pequeños”, argumenta.
Tal vez su incidencia disminuiría de manera considerable, pero pensar en erradicarse es difícil porque el mayor número de casos se presenta en las personas más desfavorecidas, con pocas vías de comunicación, menor acceso a la educación y falta de higiene, por lo que llegar a esas poblaciones es complicado, aunque no imposible, añade.
Si bien la incidencia en México es baja comparada con países de oriente o India, la nación ocupa el tercer lugar en cuanto a resistencia a los antimicrobianos destinados a tratarla. Sucede por factores propios de la bacteria, genéticos del individuo y por falta de apego al tratamiento. India, China, Indonesia, Pakistán, entre otros, es donde hay mayor cantidad de casos.
Prevención
La BCG, refiere, se descubrió hace 100 años y es la vacuna más aplicada en el mundo: cada año cerca de 100 millones de individuos son inmunizados, a partir de su surgimiento se han administrado más de cuatro mil millones de dosis.
Este reactivo evita las formas graves de la tuberculosis y protege al 50 por ciento de la población que la recibe; todavía se desconoce por qué no genera inmunidad en el 100 por ciento, por ello se prueban nuevos biológicos.
Advierte que a partir de la crisis sanitaria por la COVID-19, los dos últimos años han sido problemáticos porque se interrumpió la detección y el tratamiento contra la tuberculosis, así como la aplicación de la vacuna BCG. “Por su evolución, debemos estar alerta, pues seguramente en el corto plazo se incrementarán tanto el número de casos, como de fallecimientos”.
Comenta que en 2019 su colega Lourdes García manifestó que la resistencia a la tuberculosis ocasiona que este padecimiento pase de ser curable a costo bajo, a enfermedad en la que solo sana la mitad de los enfermos a un precio más alto y con efectos tóxicos importantes.
En efecto, prosigue, puede ser prevenible y curable y con ello disminuir de manera importante el número de casos y fallecimientos. Sin embargo, hay que multiplicar las acciones para ello.
Antonia Isabel Castillo recomienda a la población estar atenta a su estado de salud. “Si tenemos tos frecuente que no se nos quita, fiebre nocturna y pérdida de peso, no hay que dudar para acudir al médico”. Además, lactantes y niños deben recibir la vacuna BCG, así como el esquema completo de vacunación para protegerlos.