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REVALORAN TÉCNICAS Y ESTÉTICA DE IMPRESIÓN DE LA ANTIGUA CHINA.

porRedacción

Feb 5, 2022

Además de la invención del papel y la pólvora, China legó al mundo una tradición de impresión que perdura hasta nuestros días: la enseñanza con textos que tienen cuidado editorial oficial, así como la protección del libro contra la elaboración de copias ilegales, destacó la investigadora de la Universidad Brown, Estados Unidos, Cynthia Brokaw.

Con la charla “Impresión xilográfica y cultura del libro en China antes de 1900”, la historiadora experta en Lenguas Asiáticas participó en el segundo ciclo de conferencias “Una cita con la Biblioteca Nacional de México: Historia de la lectura y del libro en la pospandemia. Reflexiones sobre un porvenir incierto”, organizado por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM.

La investigadora recordó que desarrollaron una variedad de técnicas y la dominante fue la xilografía o woodblock printing, que utilizaba bloques de maderas duras, cortados del tamaño de una hoja de folio, con letras finas elaboradas por un escriba profesional, y talladas cuidadosamente por artesanos.

“Un impresor con mucha habilidad podía producir entre mil 500 y dos mil hojas por día. Con un buen bloque de madera podían producir 15 mil impresiones y, después de algún desgaste, todavía 10 mil más. Varios bloques se podían usar por siglos y sobreviven algunos de las ediciones de tres dinastías. El motivo por el que podían dejar de ser usados era por un mantenimiento pobre, la humedad, resequedad o la presencia de insectos”, precisó Brokaw.

Esta técnica, agregó, perduró por 12 siglos a partir de su invención (probablemente en el siglo VII) hasta la introducción de la litografía de occidente; aunque no fue el único método, pues se tiene registro de un hombre que creó un sistema que utilizaba tipos móviles, como el de Gutenberg, cuyo uso no sustituyó a la xilografía.

Las impresiones con tipos móviles de metal o estaño se desarrollaron en Corea en el siglo XIV, los cuales se emplearon en China hasta el siglo XV, técnica adoptada por personas extremadamente ricas.

La autora de “The Ledgers of Merit and Demerit: Social Change and Moral Order in Late Imperial China” detalló que la xilografía estaba mejor adaptada como tecnología de reproducción por la naturaleza del lenguaje escrito, pues el número de caracteres chinos puede ascender a cerca de 50 mil; es decir, los registrados en el Diccionario de Kangxi de 1710, cantidad considerable si se considera que una persona letrada conoce ocho mil o nueve mil caracteres.

Para dimensionar el número de éstos, recordó que la Biblia de Gutenberg utilizó 290 tipos, por lo que no sorprende que la impresión móvil fuera poco practicada en la antigua China y perdurara más la xilografía.

Con respecto a la encuadernación, la investigadora expuso que en los libros chinos puede realizarse este proceso de diferentes maneras, la más antigua, el rollo, manejada con frecuencia para textos religiosos. Para los siglos IX y X la necesidad de más obras llevó a efectuarla en forma de códice con hilo o cuerda, donde las páginas del folio eran dobladas a la mitad, y se insertaba el papel en agujeros perforados cerca del borde.

Utilizando el ejemplo de “La ginecología del maestro Fu”, Brokaw detalló algunas de las características estandarizadas por los impresores mandarines y que hoy son comunes a los textos impresos: una portada, el nombre de los autores y del editor, año o tiempo de edición de los bloques, alguna forma de publicidad y, sobre todo, una advertencia contra las copias no autorizadas.

“Con el tiempo, el gobierno chino y los editores reconocieron el valor de la imprenta como un medio para difundir información importante y controlar o estandarizar el contenido. A finales del siglo X, un sistema de exámenes fue el principal medio para reclutar funcionarios para el servicio gubernamental y, dado que esto implicaba el dominio de los 13 clásicos de Confucio e historias clásicas de referencia, fue necesario que el Estado publicara versiones estandarizadas de los clásicos para su reproducción”, abundó la experta.

Parte de la belleza de algunas impresiones, enfatizó, son las ilustraciones realizadas también con bloques ensamblados y que solían acompañar a grabados considerados verdaderas piezas de arte, como el “Ten Bamboo Studio Manual of Calligraphy and Painting”, de 1633, donde es posible apreciar imágenes de flores, frutas, árboles y aves, entre otros.

“Algunas ilustraciones menos famosas, pero más impresionantes, son las ilustraciones a color de Romance of the Western Wing, Collated by He Bi, de Min Qiji en 1640, que son ilustraciones no solo hermosas sino interpretativas, que muestran el drama, voyerismo, secretos, escondrijos y resaltan los elementos del drama romántico, por ejemplo, una criada acecha detrás de una roca para vigilar a su ama, quien, a su vez, espía al héroe y toca una cítara”, detalló.

Las impresiones de color eran artículos de lujo destinados a una élite y, probablemente, nunca llegaron al mercado convencional, sino que sirvieron como una moneda de cambio, obsequio para los pequeños grupos, finalizó Brokaw.